Machismo en el Rock Subterráneo: ¿Mito o Realidad? Por: Fabiola Bazo (18 de octubre 2013)

Hablar de machismo en el rock no es ninguna novedad y especialmente en el punk rock. Las movidas Punk se han caracterizado por ser subculturas compuestas y dominadas mayoritariamente por varones. Según Lauraine Leblanc (una punk de Montreal y ahora investigadora del tema), el punk no fue construido como un espacio para las mujeres, incluso los primeros fanzines proclamaban que “los punks no son chicas” (punks are not girls). Como resultado, los símbolos y rituales punk se basaron en ideales masculinos. La movida subterránea que se desarrolló en Lima en los 80s no fue la excepción.

En términos numéricos, los subterráneos (subtes) fueron mayoritariamente hombres. Martín Roldán destaca que “a pesar de la cantidad de bandas, la presencia femenina no fue significativa” y que esto fue notorio en la selección de bandas para la maqueta Volumen II (conocida también como La Maqueta De Los Trece), en donde sólo tres bandas cuentan con participación femenina (Flema con Patricia Roncal [posteriormente conocida como María Teta], Excomulgados con Támira Bassallo y Delirios Krónicos con Liliana Rojas).

Uno de los rituales netamente masculinos en los conciertos subtes fue el pogo. El pogo era el baile del hardcore, “un antibaile y acá en Perú, se hizo una version criolla del asunto agregándole patadas, puñetes, cabezasos y ‘jaloneos’… Esta manifestación salió a la luz en un concierto realizado en el Rímac “Rock en río … Rímac’ [en febrero de 1985] y desde esa vez el pogo se convirtió en el baile official de los subterráneos” (El Rock Subterráneo En Lima por Odette Vélez, Suzette Tori, Susy Yong y Adolfo Pacheco, PUCP, 1987).

El Idealismo del Rock Subterráneo: ¿Una Construcción Masculina?

“¿Ké patria es ésta? Donde la justicia nunka llega, donde fiscal y policía roban por igual, donde militar y terrorista asesinan igual”  (Letra de Ke Patria Es Esta de Sociedad de Mierda, 1985)

Como indiqué en la primera nota sobre el rock subterráneo, la década de los 80s se caracterizó por una severa recesión económica y extrema falta de seguridad personal producto del conflicto interno que estalló en 1980 en la sierra sur peruana. En Lima la falta de seguridad se manifestó con el aumento de la delincuencia y la suspensión de derechos ciudadanos como el de libre movilidad (con toques de queda y militarización de las calles, especialmente de noche) que generaron situaciones donde el abuso del poder fue rampante, especialmente entre aquellos que eran percibidos como inferiores por su posición socioeconómica, etnicidad, educación, patrones de consumo y lenguaje. En el caso de los subtes, por su identificación con grupos marginales, su apariencia (considerada fuera de las normas sociales establecidas) los convirtió en víctimas de asedio policial, leva militar y sospechosos de actividades subversivas (Caín Subte tiene un excelente resumen sobre la infiltración de Sendero Luminoso en la movida). La movida subterránea surgió en este contexto violento y fue contestataria, crítica de los patrones culturales y políticos vigentes en la sociedad limeña de los 80s. Las letras cuestionaban la autoridad, injusticia y las convenciones sociales: “no quiero tus leyes, tus leyes no sirven. No quiero tus reglas, tus reglas son mierda” (letra de "Quiero Anarkía", de Guerrilla Urbana).

¿Quiénes Eran los Subtes?

Según Shane Greene, aunque el punk es contestario incorpora “muchas dimensiones de masculinidad establecida. Según los que han estudiado su política de género, la misoginia que el punk adopta es a veces peor que la que se encuentra en lo establecido”. ¿Fue éste también el caso dentro la movida subte? ¿Quién determinaba qué era ser subte? ¿Fué todo tipo de conducta contestaria aceptada entre los y las subtes? ¿Las subtes se acomodaron o resistieron el código de conducta subte?

Los subtes no constituyeron un grupo homogéneo, los habían quienes estaban interesados más que nada en la música, otros eran autodestructivos y otros tenían un rollo más político. Se percibían como marginales (“no somos muchos”), únicos (“nuestra realidad es diferente a la realidad de punk en otro país”), y no clasistas en sus comienzos (“venimos de todas las clases sociales”). Tenían una tendencia al sectarismo: era difícil incorporarse y muy fácil dejar de ser respetado dentro del grupo y ser considerado superficial,  “posero”.  Este sectarismo muestra que habían jerarquías y relaciones de poder dentro de la movida. No todos tenían autoridad para hablar de la movida o la legitimidad para ser voceros . Los primeros subtes se consideraban parte de un círculo cerrado, elitista, consideraban que nadie más podía hacer este tipo de música, que las bandas que surgieron después de las 4-5 bandas primigenias fueron “seguidores y nada más” (MV).

[highlight]“No somos muchos, quizás cincuenta más o menos pero trabajamos juntos muy de cerca. No somos punks, este no es un movimiento punk. Tenemos una actitud punk y anarquista hacia el sistema pero no somos punks porque nuestra realidad es diferente a la realidad de un punk en otro país. En nuestro grupo hay gente de todas las clases sociales, de diversas realidades pero un sentimiento de rebelión contra cualquier poder sobre nosotros nos une. También nos rebelamos contra las bandas que imitan, contra las que cantan en inglés aquí y en general contra todo lo que no es auténtico y es mediocre. Estamos unidos por un verdadero sentimiento de honestidad, de autenticidad.” [/highlight](Fuente: Cain Subte citando a Jose Eduardo Matute en Maximum Rock'n'Roll Nº 27, agosto de 1985)

La Imagen del Subte

Ilustración: Leo Escoria

“Acá en el Perú, al ser diferente a ese nivel nadie se metía contigo. Eras  como el diferente, pero eras respetado… Es más todos te veían con miedo... si más se asustaba la gente me sentía más a gusto… era como desafiante, no te importaba… era el grupo que nadie podía tocar, ni nadie podía decir nada. Eso era bacán“ (MV).

Inspirar miedo fue un tema recurrente en las entrevistas con los subtes. Varios indicaron que la poca participación femenina en conciertos y otras actividades se debía a que las mujeres tenían miedo: “Habían muy pocas [mujeres], se asustaban. Escuchar a Autopsia y Guerrilla Urbana era chocante para mucha gente. Después descubrí que habían chicas identificadas con el discurso” (RM). Otro subte indicó que le “gustaba integrarlas pero las amigas se chupaban. No era porque las excluíamos, creo que les daba miedo” (LE). Otro, expresando sexismo benevolente (paternalismo), en su afán de “cuidar y proteger” a las amigas “no insistía de que vayan a los conciertos” porque eran en zonas poco seguras en Lima (LE).

Esta idea de que los subtes daban miedo también era compartida por músicos y DJs que no eran subtes: “Yo no permitiría que mi hija fuese a ver grupos con nombres como Mafia, Leusemia, Masacre, porque me dan francamente miedo. Si queremos ser comerciales hay que comenzar por los nombres”. (Opinión del DJ Quique Cano Alva en conversatorio sobre rock nacional en Radio Miraflores en abril o mayo de 1986, revista Esquina #1, mayo 1986, p. 29).

Es interesante destacar que las subtes entrevistadas indicaron que no temían por su seguridad personal en los conciertos.

Revista Esquina #1, mayo 1986

¿Machismo Subte?

A pesar de que la movida subterránea fue crítica de los patrones culturales y políticos de la sociedad limeña de los 80s al cuestionar la autoridad, injusticia y convenciones sociales, mostraron una doble moral sexual (gran libertad sexual para los varones y restringida para las mujeres) hacia las mujeres subtes. Los comportamientos no aceptados eran criticados solapadamente con chistes, comentarios graciosos o con actitudes sobreprotectoras (sexismo benevolente), o de manera flagrante (sexismo hostil) y hasta agresividad física que rayaba con misoginia en algunos casos. Una expresión de la rebeldía subte fue el asumir conductas sexuales más libres y promiscuas. Sin embargo, ciertos tabués heterosexuales se mantuvieron.  No se discutían abiertamente temas relacionados a preferencias sexuales ni se hablaba de igualdad. Las subtes que “manejaban su sexualidad de manera diferente a lo que normalmente se pensaba“ eran llamadas perras y aquellas que eran lesbianas eran consideradas “interesantes”: “La parte machista era algo como sobreentendida. La gente no era ni feminista ni machista. A nadie se le catalogaba como tal, era como superado por mucha gente. Lo que más se hacía era burlarse del asunto, especialmente del racismo, pero nadie se sentía ofendido… no había homofobia para nada. Tampoco recuerdo que nadie haya discutido de que la mujer estuviera mal, o si la homofobia estuviera mal o el racismo… La onda era más ideológica… los temas eran más sobre izquierda, anarquismo, los hippies, si eras punk o no, de música…. No había nadie que fuera punto por ser homosexual... La gente era bien liberal a nivel sexual, les parecía interesante que una mujer sea lesbiana, la gente no atacaba a la gente por ser homo. Jorge Revilla se hizo famoso porque gritó en un concierto “soy cabro” y todos le aplaudieron” (MV).

La percepción de que la movida subte era abierta, más “liberal” y que trascendió patrones de conducta sexual tradicionales no fue compartida por las subtes. En un concierto en El Hueco un volante de protesta fue distribuído entre el público invitando a apoyar a las bandas femeninas y exigiendo igualdad. Este es un extracto del panfleto: “… Queremos ser una opción más en este movimiento músico-ideológico que está lleno de grupos pseudoprotestantes que quieren hacer de la movida un simple vacilón. Además criticamos a todos aquellos pseudovarones (maleteros) y macho elitistas que desprestigian la reputación de las chicas del movimiento, por tal causa hemos decidido unirnos y hacer frente contra todos aquellos macho-elitistas que solo buscan marginarnos y crearnos mala imagen. Estamos en contra del machismo y del feminismo, lo que buscamos es igualdad entre las personas del movimiento. No queremos que nos vean como una cosa o como un trozo de carne, es por este motivo, la razón de nuestra protesta…”.

A pesar de que se podía contar con los dedos el número de mujeres subtes, no se conocían bien entre ellas (tampoco querían ser identificadas como feministas) y quizás eso tuvo un impacto en el limitado número de manifestaciones colectivas de resistencia al machismo subte: “Habían otras chicas subtes, pero no hablaba con ellas. No se me ocurría que porque era mujer tenía que hablar con esta otra chica porque era mujer. Siempre estaba con mis patas [todos hombres]“ (TB).

Los subtes manifestaron sexismo hostil particularmente contra una de las subtes más conocidas: María T-ta. Patricia Roncal (Empujón Brutal, La Koncha Akústica, María T-ta) fue la primera subte que se hizo conocida seguida por Támira Bassallo (Excomulgados, Salón Dadá, Col Corazón). Exploraré el tratamiento que recibieron ambas dentro de la movida.

María Teta. Foto: Dalmacia Ruiz-Rosas

Para María Teta el rock subterráneo era: “un chongo, un vacilón, me vacilo cualquier cantidad. Claro que a veces hay bastante fuerza contraria por lo mismo que soy mujer, hay mucho machismo, por más que hay anarquía y libertad los patas no dejan de estar alienados igual que yo misma, todos estamos alienados pero hay que estar preparada, a la primera hacerles el pare o seguir, lo que quisieran todos esos machistas es que una se trunque, se frustre, a veces puta digo ya no ya, todo está en contra, pero peor es que no haya nadie que saque la cara por las mujeres” (Entrevista con Maria T-ta en 1987, extraída del ensayo de Vélez, Tori, Yong y Pacheco).

La imágen que María T-ta proyectaba y su mensaje de libertad sexual no inspiraba respeto dentro de la movida. Al contrario, los subtes buscaban oportunidades para maltratarla: “Desde que María Teta irrumpió en la escena subterránea, lo hizo cargada de desfachatez, obscenidad, e improvisación. Eso tal vez era lo que la hacía lucir atractiva y original. Pero también hizo que los profetas del puritanismo le agarraran bronca… muchos dirán que ella no es rockera, que es pura pose y una oportunista de último momento, que cambia de músicos como de calzones (si usa), y que musicalmente no vale un carajo. Pero no se dan cuenta del empuje con los que arremete en sus proyectos…”(María Teta ¿qué tales son tus tetas? en Revista Esquina, año 2, #5, 1988). 

Para Shane Greene María T-ta se convirtió en “el blanco central de la misoginia dentro del movimiento. De acuerdo con varias fuentes, recibió una cantidad excesiva de burlas de parte de la mayoría de jóvenes que formaban la escena. Esta es la contradicción que más se recuerda sobre María T-Ta: el coraje que mostró en el escenario frente a audiencias formadas completamente por hombres y la frecuencia con la que justamente esa misma audiencia la interrumpió, le insultó, se burló de ella y le escupió por mostrar ese coraje”.

Por otro lado Támira Bassallo fue celebrada. Su música era considerada “sofisticada y original” y se lamentó “que su banda no tuviera grabaciones” (JH). Ella no fue blanco del sexismo hostil que experimentó María T-ta. ¿Por qué?

Támira Bassallo. Foto: Javier Zapata.

Támira Bassallo, a diferencia de María T-ta, era muy joven cuando entró en la movida (16-17 años) y andaba “en patota”. Ella era considerada como uno más y su feminidad andrógina (pelo corto y afeitado a los lados) “pasaba piola”. Debido a su juventud, Támira no desplegaba la asertividad de María T-ta (quien no perdía oportunidad de decir públicamente que ella era dueña de su cuerpo y su sexualidad). En una oportunidad trataron de maltratar físicamente a Támira pero no pudieron. A diferencia de María T-ta, Támira era más alta y fuerte y pudo parar el empujón. Se “hacía respetar” y les decía a los subtes que les iba a pegar si la molestaban, pero no hablaba lisuras, consumía drogas ni alcohol. En cuanto a su banda, Salón Dadá musicalizaba poemas, se trabajaba con sonidos y la voz humana era considerada un instrumento más. La intención de los temas de Salon Dadá era transmitir sensaciones con letras enigmáticas, no contestatarias. Por lo tanto, Salón Dadá encajaba con los canones subtes de originalidad y expresión alternativa.

La movida subte limeña, como otras movidas Punk, fue dominada por varones y sus símbolos y rituales reflejaron ideales masculinos. Las subtes tuvieron diferentes estrategias para establecer su presencia. Unas por su juventud se adaptaron, como Támira Bassallo, otras denunciaron el machismo de manera individual, como María T-ta, y otras usaron estrategias colectivas, como el manifiesto distribuido en El Hueco. Casi 30 años después las cosas han cambiado. Ahora los pogos son más homogéneos, hay más mujeres en los conciertos y hay más bandas lideradas por mujeres. La movida subte, sin proponérselo, abrió un espacio para el surgimiento de rockeras peruanas y eso hay que reconocerlo.

Nota agregada el 21 de octubre del 2013

Varios comentarios a esta nota consideran que el uso de conceptos como machismo, sexismo y misoginia no son aplicables para el análisis de la movida subte limeña. A continuación defino estos conceptos para ilustrar su relevancia en este caso:
Machismo. Según Norma Fuller, el machismo es la expresión de los aspectos más débiles o controvertidos de lo masculino. Según jóvenes urbanos peruanos, el machismo es una expresión de su inseguridad con respecto a su propia virilidad o a su capacidad de obtener el reconocimiento de sus pares, como el abuso de poder masculino o como una reacción irracional contra las demandas de igualdad de la mujer y su temor de ser desplazados por ellas.
Sexismo hostil. Tiene una postura de confrontación frente a las relaciones de género. Las mujeres son percibidas como buscando controlar a los hombres a través de su sexualidad o a través de una ideología feminista. El sexismo hostil busca poner a las mujeres “en su sitio” y que no desafíen el status quo (Glick and Fisk).
Sexismo benevolente. Idealiza a las mujeres como personas puras (poniéndolas en un pedestal) que deben ser protegidas, apoyadas y adoradas, y su amor completa a un hombre. El sexismo benevolente constriñe a las mujeres y complementa al sexismo hostil ya que frena formas de resistencia femeninas a las desigualdades de género al premiar o dar especial consideración a aquellas mujeres que no desafían el status quo (Glick and Fisk).
Misoginia. Es la aversión, desprecio y hasta odio a la mujer como sexo y a todo lo que es considerado femenino.
Doble moral sexual. Idea de que los varones tiene el derecho de ejercitar gran libertad sexual y pregonarlo, y que las mujeres solo tienen derecho a una sexualidad restringida y sin escándalo (Fuller).


Fuentes:
Fuller, Norma. 2012.
Repensando el Machismo Latinoamericano. Masculinities and Social Change, 1(2), 114­133.
Glick, Peter and Susan T. Fiske. 2001. An Ambivalent Alliance: Hostile and Benevolent Sexism as Complementary Justifications for Gender Inequality. American Psychologist, vol. 56 (2), 109-118  

Comentarios

Entradas más populares de este blog

No Helden, bajo el lente del fotógrafo peruano, Rogelio Martell. Por: Jorge Bazo (30 de julio 2019)

Escremento Social: La banda punk "de un país al que llaman Perú". Por: Jorge Bazo (10 de noviembre 2023)

Maquetas de Rock subterráneo (1985-1992). Por: Fabiola Bazo (05 de mayo 2016)