Breve Historia Aclaratoria de la Movida Contracultural en Quilca. Por: Jorge “Negro” Acosta (2014)
No sé cómo hay personas que sin conocimiento de causa, escriben y opinan sin saber, sobre temas que no conocen y de esa manera, manipulan o tergiversan la historia.
Soy el mayor
de mi cédula y por lo tanto he vivido mucho más experiencia que ellos. En esta
oportunidad se trata de relatar cómo y cuándo llegué al jirón Quilca.
Quilca ya era familiar para mí, ya que mis hermanos mayores siempre comentaban
que mi abuelo paterno había tenido una lechería en la segunda cuadra de este
jirón. Yo llego a Quilca a mediados de los 70’s (tenia más o menos 23 años)
cuando existían unas anticucherías, que eran concurridas por mucha gente,
donde vendían rachi, pancitas, anticuchos, chunchulís, con sus respectivas
chelas. Llegaba por las noches plan de 7 u 8 pm con un grupo de músicos,
máximo 3, que nos juntábamos solamente para la manga (manga significa en jerga
musical tocar y pedir colaboración), cuando terminábamos nos repartíamos la
plata en partes iguales, así recorríamos bares y restaurantes de la Lima
cuadrada, muchas veces, o creo que todas las veces, la manga quedaba en los
bares, cantinas o bancas de los parques del Centro de Lima, y después misios,
solo quedaba "el éxtasis de haber vivido y bebido intensamente".
Reconozco
que siempre luché por no ser un intelectual devorador de libros y leer
finalmente lo que otros vivieron, por lo tanto me dediqué a vivir. Siempre me
cautivó la práctica. Me nutrí de la ciencia marginal, ese conocimiento que
queda de mayor a menor, de maestro a discípulo, lo que nunca vas a encontrar en
librerías o bibliotecas, lo que queda en la memoria de los pueblos, lo que no
pueden manipular, porque es conciencia pura.
Así, tocando
y mangueando, recorrí y conocí gran parte del Perú con todas sus fiestas y
celebraciones. De esa manera crucé los 70s y llegan los 80s, época de
guerra.
Ya éramos
caseritos del Woni (cuadra 10 de Belén) recuerdo que a Walter Paz (guitarra de
los York’s) que ya era periodista le gustaba ese bar, yo ya era hace rato
militante de la juventud del Partido Comunista del Perú, Patria Roja,
(actualmente soy militante fundador del Partido Extraterrestre Revolucionario
Universal, PERU). Walter Paz y yo salíamos de estudiar del Conservatorio
(Escuela Nacional de Música) donde Celso Garrido Lecca antes de los 80s era el
director y también creador del taller de la canción popular, donde participé en
el grupo Hatarisum (levantemos). Confesaré que estaba dentro de un grupo de
alumnos y músicos de la escuela que no estábamos conformes que la propuesta del
taller de la canción popular sea hecha en base a música cubana, chilena y
argentina. Porque la propuesta nuestra era que teníamos que comenzar el
taller, por ser popular y peruano, interpretando primero música peruana y
desarrollar propuestas nuevas en base a lo que musicalmente teníamos en
el Perú.
Walter Paz y Pablo Luna (Los York´s) conmigo (circa 2002) |
Así llega 1983,
ya habíamos fundado en 1981 el grupo Del
Pueblo. Recuerdo
que en esas mañanas de volantín lateando por el Centro de Lima, camino a mi
patria el Rímac, después de incendiarias borracheras veía un grupo de muchachos
vestidos a lo punk, alguno de ellos con parches con la esvástica y botas del
ejército. De todos ellos reconocía a Edgar Barraza, “Kilowatt” de mi
barrunto, y a “Leo Escoria” pintando las paredes con el nombre de su grupo y la
esvástica nazi, no entendía como conjugaba lo nazi con lo punk, pero si
entendía que era un grupo de rock que estaba en plan de propaganda, y por lo
cual yo podría ser perfectamente un anarco-maoista, y así pintaron por todo
Lima, la verdad es que nunca los ví como enemigos.
Y así llego Alfonso
Barrantes a ser alcalde de Lima (1983-87), como militante de izquierda y artista
me dieron chamba en la Municipalidad de Lima, ahí conocí a Herbert Rodríguez, a
Carlos Inchaústegui, a Santa Cruz y otros que no recuerdo; ahí fue que se creó
la Carpa
Taller en la
primera cuadra de la avenida Tacna frente a la iglesia de Santa Rosa, con Juan
de Dios Rodríguez como administrador y se construyó la Carpa a pulso, cosiendo
los sacos de harina Santa Rosa con aguja de arriero, carpa de una sola aguja.
Paralelamente trabajé en la municipalidad del Rímac en la dirección de cultura
donde organizé Rock En Río Rímac y después Rockacho.
Nuestra cédula
necesitaba dinero y la mejor manera de conseguirlo era trabajando y planteamos
organizar un concierto de rock alternativo, y así fue que se hizo Rockacho.
Alquilamos la Plaza de Acho, conseguimos todos los permisos, equipo de sonido,
auspicios, etc. El problema era que nosotros no podíamos aparecer como
organizadores del evento por ser funcionarios y trabajadores de la
municipalidad, y decidimos poner una persona como responsable de la
organización, y ese fue el Franklin, El Enano, Jáuregui. El único problema que
teníamos con él era que había que marcarlo bien con el billete. Lo conocíamos
porque dirigía una revista de rock, que después de muchos años me sorprende con
una carátula en su revista que decía a
20 años de Rockacho, y hablaba como si él lo hubiera organizado todo como único
creador del evento, para nada nombraba a los que realmente tuvimos la idea ni
el nombre de Dalmacia, quien fue la que tuvo la idea de poner ese nombre al
concierto; este es un ejemplo de que hay muchas personas que sin ningún
escrúpulo se apoderan vilmente de ideas y propuestas.
A estas
alturas del partido, Barrantes ya había construido el boulevard en la primera
cuadra del Jirón Quilca, donde consigo que me dieran un módulo de los tres que
había en el jirón. Como trabajaba en la municipalidad dictando talleres,
organizando conciertos y ferias al aire libre no tenía el suficiente tiempo
para trabajarlo, así que mi kiosco lo prestaba a mis patas para que lo trabajen
y se ganen un billete. Cuando sale Barrantes del municipio salgo yo también, y
retorno a mi kiosco para vender lo que yo sabía: música, discos, casetes,
fanzines, polos pintados a mano, poesía alternativa, copias y todo lo que
significaba contracultura, es decir, la creación paralela a lo oficial.
Frente a la
parte delantera de mi kiosco había una banca, ahí se sentaba a conversar casi
siempre toda la gente ligada al arte, era punto de encuentro para dejar
mensajes o encargos. Ahí también salían los tragos, se coordinaban tocadas y
presentaciones, o en las mañanas las "cortadas" (en jerga alcohólica
cortada significa despertar en las mañanas muy temprano con una resaca y
sistema nervioso o muñecos alterados y un trago muy temprano soluciona ese
problema) con Hudson Valdivia, Grover Gambarini, Roger Santiváñez y Ricardo
Quesada. Por ahí se aparecía un músico con su guitarra y salía con tocadas
acústicas improvisadas con gente del grupo Del Pueblo; también recuerdo a
Domingo de Ramos, o cuando Maritza Garrido compraba discos o revistas, los
pintores como Luza, Jory, el capo El Zorro, la gente de San Marcos; a “Don
Terru” con su propaganda revolucionaria calientita, recién salida del horno,
etc.
De los
teatreros los mimos que hablan Fernando Ramos y David Novoa, quienes
organizaron a los cómicos ambulantes de la Plaza San Martin. Tomás
"Yawar" Temoche del Movimiento de Teatro Independiente (MOTIN) con su
revista Yawar, mi primo Pocho García, en la fotografía Martha Gutiérrez y su
hermana Nelly, Miguel con la gente de Ulkadi, el Loco Gutiérrez, Mario Toledo,
el extraordinario músico y compositor Enrique Ráez, casi toda la gente
desfilaba por Quilca, frente a mi kiosco en la pared puse un letrero que decía
“Quilca Avenida de los locos”.
Y seguía la
guerra con muchos teatreros, músicos, poetas e intelectuales amigos
detenidos otros muertos, otros cadena perpetua; otros desaparecidos como
Alfredo Távara, músico del grupo de fusión Seres Van, que lo volaron con
dinamita. Otros simplemente traicionaron. Fijo los viernes o sábados apagón y
su respectivo coche bomba. Otros aflojaron o traicionaron, muchas ratas y
cucarachas se escondieron a partir de 1985, otros se fueron al extranjero.
De tanto
tocar y a veces hasta ensayar en la banca del kiosco decidimos traer equipos
para tocar en la calle, amplificador, batería, micrófonos, sacar corriente del
kiosco y comenzar las tocadas oficiales. Así fue que el viernes 18 de noviembre
de 1988 tocamos por primera vez, lógicamente acompañados de la poesía y el
teatro; ojo, no existía todavía la feria de libros ni el boulevard de la
cultura, y así todos los viernes por buen tiempo hasta 1994 siempre con
invitados en teatro poesía música.
De mi agenda: Actividades para el día viernes 6 de enero de 1989. Octava tocada callejera en Quilca. Tocamos Piero, Jorge, Toño, Tomatito. Poetas: Roger, Frisancho, Dalmacia y Davila Franco. Voz Propia y Eutanasia estuvo de sapos. Después le hicieron la bronca a Dalmacia y Roger. Kilowatt se quizo trompear con Roger. Después se lo llevaron preso. A Kike, Kilowatt, Richi Lakra también estuvieron mirando los de Luxuria y nos invitaron a un concierto para el viernes 13.
Y así fue
que cruzamos los 80s y llegamos a los 90s como sobrevivientes.
En 1991
llega una feria a la primera cuadra de Jirón Quilca y ocupa media cuadra con un
permiso de tres meses y se queda 7 años. Para ser beneficiario de un espacio
para vender en la calle te cobran, y caro. Es por eso que un grupo de
ambulantes, mas otros vendedores oportunistas, se organizan clandestinamente e
invaden la otra mitad, que igual te cobran para colocarte a vender, en este
grupo había gente conocida y nosotros pensamos que bacán ahora si vamos a tener
más apoyo, y las cosas pueden salir mejor de lo que era, pero fue al revés, se
opusieron totalmente a nuestras actividades y nuestra presencia en el lugar, se
creían dueños de la calle a tal punto que querían desalojarme de mi módulo sin
respetar que ese módulo me lo había dado la municipalidad y que cada año
renovaba la concesión. Después de aclarar este punto con fiscalización y
después la Dirección de Cultura, donde le notificaron que era tiempo de
retirarse por vencimiento del permiso y que no me molestaran porque yo tenía el
permiso y autorización para poder hacer actividades en ese espacio, a partir de
esa fecha se volvieron enemigos sin ningún motivo de nosotros. El encono de
ellos hacia mí llegó hasta tal punto que en una de nuestras actividades
mandaron sus matones contratados para seguridad a agredirnos pateando la
batería y todos los equipos, y tuvimos que defendernos y llegamos hasta los
golpes, y de ahí a la comisaría donde nos dieron la razón porque ellos eran
invasores de la calle y nosotros teníamos un puesto oficial de la
municipalidad y pertenecía a el rubro de cultura; y lo que nosotros no
entendíamos: porque si ellos apoyaban la cultura nos atacaban de esa manera a
tal punto de que nos cortaban la luz o le metían candado a mi kiosko, etc.
Cuando yo le preguntaba a Palma, uno de sus dirigentes: "qué pasa
hermano, que tienen contra mí, contra mi gente si todos somos artistas",
él me respondía: "esos dos patas en la asamblea han propuesto que te
corten la luz y que mandemos cartas al municipio para que te saquen, y lo peor
de todo es que la gente le hace caso", “¿pero dime quiénes
son?”, “ya, pero no vayas a decirles que yo te he dicho: son el Perro
Monse y la Loca del Agustino”. Y así pasaron años de enfrentamiento entre
su propuesta totalmente comercial y la nuestra cultural y de inclusión.
Época que
estaba Alberto
Andrade en la Municipalidad de Lima (1996-2002), saca a todos los ambulantes
del Centro Histórico y también sale la feria del Jirón Quilca. Era 1997. Mi
módulo no lo retiran y todavía permanezco en Quilca, pero igual la dirigencia
va a la municipalidad a decir que por qué me dejaron en el lugar y a lanzar
calumnias sobre mi persona. La municipalidad me cita y como me conocían me
cuentan todo y me dicen que no querían tener problemas con esa gente y proponen
ubicarme en otro lugar de Lima que yo proponga, o de lo contrario que me ubique
en el local que la feria había alquilado en la segunda cuadra de Jiron Quilca,
donde hicieron el Boulevard Quilca; lógicamente les dije que no, y tampoco
escogí un lugar en el Centro de Lima para poner mi kiosco. Alquilé por unos
meses un espacio en la cuadra 9 del Jirón Camaná. Después de eso, a fines de
1997, alquilo la tienda del Jirón Quilca 236-A, donde después sería El
Averno. Era una
tienda con puerta a la calle, no tenia baño, al fondo de la tienda había una
puerta que al abrirla daba a una casona vieja abandonada con el patio lleno de
desmonte y basura, y con las puertas y ventanas totalmente tapiadas con
tablones de madera. En la tienda igual puse discos polos, casetes,
libros, fanzines, etc. Es ahí donde se me presenta la oportunidad de algo que
quería hacer hace mucho años, en 1993 ya lo había intentado con Mario Toledo,
pero era muy caro el alquiler de los locales en esos tiempos y desistimos.
Al entrar al
patio de la casona vieja pensé que si limpiaba todo eso sacando el desmonte y
todo la basura existente, aparte de acabar con ratas, cucarachas y alimañas,
podía ser la solución para dejar que todos los viernes la tienda fuera tomada
por amigos y artistas en busca de un trago. Esa escenografía no se veía bien,
porque no se vendía nada y se perdía plata, es por eso que dije mejor limpio
todo, pero era consciente que yo solo no podía hacerlo por la demora, y yo
quería algo inmediato, por eso convoqué algunos amigos para la limpieza del
lugar, por que creo en el trabajo colectivo, que es la propuesta del futuro
total. No vino nadie a la convocatoria. Decidí hacerlo yo solo. Todos los días,
pico y lampa y una lata de aceite y comencé a limpiar y meter el desmonte y la
basura al fondo, me demore 4 meses, solo limpiaba un par de horas diarias sin
matarme y esforzarme mucho. Me picaron y me mordieron todos los animales y
alimañas, varias veces me fui al hospital emergencia hospital, para la
vacuna antitetánica o de una araña, o por raspadura, cortes y arañones de
latas, clavos o fierros, lociones contra los ácaros. Por eso cuando me
preguntan, que nombre le vas a poner al espacio, dije sin pensarlo dos veces:
“el infierno”, porque era verdaderamente eso, además que penaban fuerte, el barrio
y la cuadra era movida.
Ya en el
último mes de limpieza viene Dalmacia Ruiz Rosas, mi amiga poeta, y me propone
presentar su libro, le dije “ya”. Ella escoge como fecha el 4 de
diciembre de 1998, el día que inauguramos el Averno, y no paramos en casi 15
años, llegaron muchos amigos y artistas a la inauguración.
Esta casa me
permitió hacer algo que siempre estuvo en mi mente. Crear un espacio para darle
oportunidad a todos los artistas, y, sobre todo a los jóvenes que
representan a la vanguardia creativa, a decir libremente lo que pensaban sin
ser censurados y marginados, sin ningún tipo de mordazas. Un espacio totalmente
contestatario crítico y autocrítico; porque con mi grupo Del Pueblo sufrimos
marginación y censura. Recuerdo que en Barranco, en un bar que tenia como
membrete ser cultural, llegué a pedir una fecha para que toque mi grupo, y me
atendió uno de los propietarios, y me dijo: “tu música está bacán tu propuesta
es única, todo está bonito, pero ¿por qué no se ponen sus uniformes, para
que se vean todos igual bien bonitos y también por qué no le cambian las letras
a unas canciones?”; lo quedé mirando, me di media vuelta y me fui. Y justamente
El
Averno fue ese
espacio que todos los artistas necesitamos: libertad de crear, libertad de
pensar, libertad de decidir, creación total sin parámetros ni restricciones,
todas las sangres, la más lúcidas y frescas propuestas, locura total,
vanguardia interminable.
Hago esta
aclaración por el comentario que escribió César
N en la pared
de Facebook de El
Averno citando
a un rockero que dice que El Averno no fue autogestionario. Yo le digo a
este señor que no hable y no escriba lo que no sabe. En El Averno no se
alquilaba el local a los grupos, de las entradas el 70% iba al grupo
organizador, ellos mismos organizaban todo, su publicidad, alquiler de equipos,
hacían sus entradas, coordinaban con los grupos que iban a tocar ese día; en el
teatro no se cobraba, la salida era con manga y dejaban un 20%; la poesía era
totalmente libre, los talleres eran libres, los conversatorios y conferencias
eran libres. Prestábamos el local a todos los colectivos que nos pedían sin
cobrarles un sol. De lo recaudado del mes se pagaba luz, agua, alquiler,
limpieza, se compraba materiales de ferretería, pinturas para las paredes, y no
pongo más cosas para no darle explicaciones a un ignorante que escribe un mal
libro, por que un libro con informaciones falsas es un mal libro. Dice que la movida
contracultural en Quilca comienza en 1997, es decir cuando inauguran la
feria comercial Boulevard Quilca, donde es invitado por sus amigos, quienes, él
dice, fueron lo que iniciaron la movida en Quilca. Ahí se presenta y por lo que
cuentan, lo pifiaron y botaron, acto que yo no apoyo. Osea, la movida en Quilca
comienza con la presentación de él, y eso es totalmente falso y oportunista.
El Negro
Acosta
(Esta nota es un avance del libro que estoy redactado sobre la movida
contracultural de Quilca)
Comentarios
Publicar un comentario