Orígenes del Rock Subterráneo del Perú. Por: Fabiola Bazo (27 de marzo 2015)
Esta nota apareció en el booklet del disco en vinilo “Leusemia. Guerrilla Urbana. Zcuela Crrada. Autopsia. Vol.1” que lanzó en 2012 en Nueva York, el sello Lengua Armada gracias a la labor difusora de Sandro Dogma [integrante de la banda Dogma SS en la Lima de los 90s] quien colabora con el cantante de Los Crudos, responsable del sello ‘Lengua Armada’ –banda emblemática de la movida latina en los Estados Unidos-.
El disco
recoge –o reproduce- la famosa maqueta de los 4 grupos, tal como salió en Lima
en 1985. Dicha maqueta junto a la de Narcosis, el disco de Leusemia
editado por El Virrey y el Volumen 2 de las 13 bandas, constituirían la
obra fundadora del rock subterráneo entre 1985 y 1986.
Orígenes del Rock Subterráneo del Perú (Testimonio de
Roger Santivañez)
Esta
historia comienza en Lima a principios del verano de 1985. Son alrededor de las
tres de la tarde cuando llego en mi Datsun Stanza a la jato de los hermanos
Ricardo y Raúl Montañez en el Rímac. Todo está listo para irnos a un concierto
que se realizaría en Ancón. Invitados por la Municipalidad estaban programadas
–entre otras bandas- Kilowatt & la Kola Rok, Zcuela Cerrada y Excomulgados.
Edgar Barraza, Kilowatt –a quien yo había conocido hacia 1982 en los días
formativos del Movimiento Kloaka- estaba esperando en “La Piedra” junto a la
casa de los Montaña, con quienes lo unía una antigua amistad de barrio (todos
ellos eran del rico Rímac) cimentada en largos años –prácticamente desde la
niñez- de pasión radical por el rock and roll. Nos metimos todos en el auto y
arrancamos hacia la panamericana norte. De pronto y ante la sorpresa general,
Ricardo Montañez pone un cassette en el tocacintas. Y la bomba estalló en
nuestros corazones: era la maqueta demo de Narcosis que acababa
de salir. Increíblemente esta Primera Dosis –como después fue bautizada la
obra- nos rompió el cerebro y nos dio en la yema del gusto: ésta era la música
que estábamos aguardando.
Pero ya la
subversión estaba en marcha desde –por lo menos- Julio de 1983 cuando se forma
el trio original –Daniel F, Leo Escoria y Kimba Vilis- de Leusemia la banda
que originó el rock subterráneo del Perú. En efecto y gracias a una invitación
de Kilowatt asistí a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima –noviembre
1983- a un concierto donde tocaría Leusemia, cosa que no llegó a suceder, al
parecer debido a la agresiva pinta punk de la banda, que habría asustado a los
organizadores. Aquella noche fue mi primer contacto con los tres leusémicos.
Poco después, en mayo de 1984 se produce el concierto de la Concha Acústica del
Parque Salazar de Miraflores, luego del cual se integra a Leusemia la primera
guitarra de Raúl Montañez, quedando así diseñada la formación clásica del
grupo. En la segunda mitad de aquel memorable 1984 Lima quedó notificada de la
existencia de una nueva banda Narcosis a través de sus tocadas en la discoteca
Carnaby del pasaje Los Pinos en Miraflores. Ambas agrupaciones –más el conjunto
de rock-fusión Delpueblo, aunque en dos fechas diferentes- protagonizaron los
conciertos ‘Ataca Lima’ organizados por Alfredo Rossell y Franklin Jáuregui –a
la sazón editores de la revista Ave Rok- en La Taberna junto al restaurant La
Palizada en la Av. Del Ejército, Santa Cruz, Miraflores. Los afiches del evento
fueron creación de Leo Escoria, quien colocó junto a ‘Ataca Lima’ la mágica
frase ‘Rock Subterráneo’ cuyo impacto desataría la fiebre del nuevo rock
peruano a partir de ese instante. Corrían entonces los días finales de
noviembre de 1984.
De modo que
la aparición de la maqueta de Narcosis –Fernando Cachorro Vial, Wicho
García Hildebrandt y Pelo Parado Madueño- vino a configurar la primera obra
compacta y estructurada, en los tiempos originales de la movida subte de Lima.
Funcionó –sin duda- como un extraordinario catalizador para la producción de
las nuevas bandas que ya estaban en las calles, principalmente Zcuela Cerrada,
liderada por Edwin Nuñez, Guerrilla Urbana de José Eduardo Matute y Autopsia
fundada por Silvio Ferrogiaro Espátula Venérea, Gonzalo Púa Farfán y Guillermo
Figueroa. Fue así como –colectivamente- nació la idea de grabar una maqueta
demo con estas tres bandas, más Leusemia –en primer lugar por supuesto- debido
a su rol fundador en toda la movida. Ese fue el histórico cassette
denominado “Volumen 1’ -grabado en el estudio de Yeral Paz- salido a la luz en
el invierno de 1985.
Luego
vendría el disco long-play de Leusemia editado por El Virrey, donde me cupo ser
el enlace entre la banda y el Gerente de la disquera Wieland Kafka, a quien yo
conocía por mi trabajo periodístico en el semanario OIGA. Le hablé a Kafka del
grupo y él me respondió diciéndome ah, esos son los que escupen al público
(había sabido del especial televisivo de Delia Ackerman en canal 9 de Lima y su
escándalo consiguiente) pero yo –dándole por su lado de empresario- le contesté
bueno, tú sabes que lo prohibido vende, no?. Kafka se hizo el loco y al final
–en la puerta de su oficina- me dijo: A ver, traéme un demo de tus patas. Reuní
a los cuatro leusémicos en el jardín interior de mi jato en Villacampa y ellos
–por unanimidad- decidieron pasarme el demo. Para la primera sesión de
grabación yo mismo los llevé en mi auto y finalmente el disco salió en
diciembre de 1985.
Ya para el
verano de 1986 el rock subterráneo era un
fenómeno en vías de masificación. Muchas bandas brotaron a lo largo y lo ancho
de la gran Lima e incluso de provincias. La prueba más contundente fue la
edición del llamado Volumen 2 con la participación de 13 grupos: Yndeseables,
Flema, Pánico, Eructo Maldonado, SDM, Eutanasia, Conflicto social, Delirios Krónicos, Exodo,
Radicales, Frente Negro y Excomulgados. Esta fue la primera gran floración
subte, después de las cinco bandas fundadoras. Pronto surgirían Psicosis,
Luxuria, Kaos, Juventud La Caigua, Salón Dada, Argot, La Resistencia, Escombro,
Se Busca, Feudales, Sin Kura,
Cardenales, TBC, María T-ta y EmpujónBrutal. Y un largo
etcétera. Incluso en el invierno de 1986 nuevas bandas –como Voz Propia, por
ejemplo- se reclamaban pertenecientes a una línea específica –dentro de la
Movida- autodenominándose post-subterráneos o suburbanos. Hacia 1987-88
aparecen más conjuntos: Sor Obscena, La banda del Kadalzo, Crimentales,
Virgen Sideral, Derrame Cerebral, Lima13 –hasta
donde esta memoria alcanza- y así culminó la década de 1980.
El rock
subterráneo fue la expresión más pura del descontento que abrasaba el corazón
de miles de jóvenes en el Perú de los 80s. Atrapados entre la guerra popular
del Partido Comunista-Sendero Luminoso y la guerra sucia del Ejército, aquella
fue una generación desolada, crecida al ritmo de la violencia cotidiana, cuya
sensibilidad fluyó a través de un rock and roll directo, fuerte, consciente de
lo que sucedía a su alrededor. Herederos del punk internacional los subtes de
Lima crearon su propio canto de rebeldía contra un orden con el que no estaban
de acuerdo. Sus líricas expresan frustración y rabia, pero también la secreta
esperanza de la posibilidad de una sociedad mejor, más justa y auténticamente
democrática. Varios de estos muchachos cayeron en la lucha, algunos al plegarse
a la lucha armada como Alfredo Távara Reátegui –de Seres Van- y aquel joven
transparente conocido por Beni Gil. Otros sucumbieron en la marginalidad como
Saúl Cabrera, el Omiso, subte de la primera hora o el caso de Edwin Zcuela
–líder de Zcuela Crrada- acosado por la falta de medios para un tratamiento
clínico adecuado. Porque el Perú es muchas veces injusto e insensible con sus
mejores mentes. Edwin Zcuela fue un joven brillante y visionario, que tuvo que
terminar sus días prácticamente abandonado en un hospital sin recursos. A su
modo, por su orgullosa resistencia frente al sistema hasta el final, fue un
héroe del rock subterráneo. Por eso hemos querido terminar esta nota
rindiéndole un nítido homenaje. Hasta
la victoria siempre, Edwin.
[Roger Santiváñez. Collingswood, New
Jersey, U.S.A.]
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